Las rutas naturales y los primeros caminos de la peninsula ibérica
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Viabilidad caminera de las regiones peninsulares
En la peninsula, los obstáculos principales a los caminos son las grandes montañas, que separan unas regiones de otras, dificultando sus comunicaciones. Los rÃos son también obstáculos, pero de mucha menor importancia, pues la escasez de precipitaciones al sur de los Pirineos y de la cordillera Cantábrica facilita el paso de estos cauces, que pueden vadearse sin dificultad, a veces, o pasarse a pie enjuto en las épocas secas; en los rÃos más caudalosos, por otro lado, almadÃas y barcas permiten, desde las épocas prehistóricas, pasar de una a otra orilla o navegar por el propio rÃo, remontándolo o,lo que es más fácil, yendo a favor de la corriente. Por estas circunstancias, los trazados naturales de los caminos terrestres son paralelos, a mayor o menor distancia, al cauce del rÃo principal de cada cuenca.
Rutas, caminos y transportes
En el PaleolÃtico, la aparición en algunas estaciones de utensilios procedentes de otros lugares da pie para suponer su transporte y traslado de unos sitios a otros
El NeolÃtico requiere que las innovaciones que se produjeron llegaran a nuestros pagos desde sus lugares de origen, en el Mediterráneo oriental; entraron por los Pirineos y por el mar.
La edad de los metales tiene también su origen en tierras orientales, y las relaciones comerciales, en este caso, se avalan con los productos encontrados en la penÃnsula de procedencia mediterránea oriental.
Los progresos de la navegación en esta edad permite comprender el relativamente activo comercio de minerales que surca no sólo el Mediterráneo, sino también el Atlántico.
Por esos años, pueblos indoeuropeos avanzan sobre la penÃnsula y, pasando el obstáculo de los Pirineos, se desparraman por el norte y noroeste, dando lugar a los pueblos celtas; estas migraciones siguieron las rutas naturales.
Por otro lado, iberos y celtas se aproximan y se encuentran en la meseta, en la tierra de en medio de unos y otros, dando lugar a otro nuevos pueblos, los celtÃberos.
Las principales rutas primitivas, desde el principio del primer milenio hasta la segunda guerra púnica, quedan bastante definidas.
Y, por otro, las rutas fluviales y terrestres, que siguen principalmente los cursos del Guadalquivir y del Ebro y que atraviesan los pasos que unen la meseta con las regiones limÃtrofes, las depresiones del Guadalquivir y del Ebro y la orla cantábrica.
Sobre caminos terrestres peninsulares, la cita más antigua es la figura en unos versos de la Ora marÃtima, de Rufo Festo Avieno, que dicen: <<Si desde allà (¿desembocadura del Guadiana?) se quiere ir a pie al litoral de los tartesos, apenas bastarán cuatro dÃas, y si se continúa hasta nuestro mar y al puerto de Málaga, serán preciosos cinco solos>>
La arqueologÃa ilustra, por otro lado, sobre los medios de transporte, los carros, que usaban ya los primeros pobladores de la penÃnsula, o al menos los que la habitaban hacia el año 1000 a.c
Al igual que en otras culturas mediterráneas y europeas, los pueblos peninsulares usaban carros antes de saber montar a los animales de tiro, los caballos. Estos carros fueron originariamente guerreros, pero más tarde, cuando el hombre conoce la técnica de la monta y se transforma en jinete, se utilizan sólo para el transporte, de personas y de cosas, y para las ceremonias religiosas.
Otros grabados sobre estelas sepulcrales de la edad del bronce aparecidos en varios lugares representan carros de guerra, también de dos ruedas y tirados por caballos.
Fuente: La historia de los caminos en España (Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos) José I. Uriol
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